1. Cepillar muy fuerte. Puede crear recesiones.
2. Cepillar muy rápido. Si bien lo recomendable es cepillarse después de cada comida, 2 minutos .
3. Usar un cepillo en mal estado. Si el cepillo está muy desgastado y se pierde el redondeado final de las cerdas y, además, éstas se abren puede dañar dientes y/o encías.
4. Meter mojado el cepillo en el capuchón de plástico. Hay que secar el cepillo evitando el crecimiento y la proliferación de bacterias/hongos en su interior.
5. Usar cepillos con cabezales grandes. Si bien no hay evidencia científica de que el diseño del cepillo influya en el resultado del cepillado, pero es verdad que con cabezal pequeño se facilita el acceso a las zonas más difíciles.
6. Poner demasiada pasta en el cepillo. Es totalmente innecesario. Además, no por poner más pasta o hacer más espuma estamos limpiando mejor. Incluso en personas predispuestas, puede aumentar la sensación de náusea. Por tanto, EVITAR METERLO DEBAJO DEL AGUA💦💦🚿
7. Realizar una técnica de cepillado incorrecta. Si bien no hay una técnica de cepillado que sea ideal para todos, lo correcto es adaptar la manera de cepillarse a las características de cada persona (edad, habilidad, tipo de encía, presencia de patología periodontal…).
8. No cepillarse las veces necesarias o pensar que puede ser sustituido por colutorio
9. Olvidarse de cepillar la lengua. En su superficie y entre las papilas también quedan restos de alimentos, bacterias y productos de su metabolismo. Además, en un porcentaje muy alto de los casos, no limpiarse la lengua es la primera causa de halitosis o mal aliento.
10. No realizar limpieza interdental. Ya sea con los cepillos interdentales o el hilo dental, dependiendo de las características cada uno
